Vigilia Pascual

Pintura de W. Bouguereau







El sol ya había hundido su dorada cabeza
En su sabana negra, especisima,
Cuando los grillos del bajo mundo cantaban
Su son de suspenso pazicida.

Estaba yo dentro, y mi interior turbado,
Mirando a mi hijo dormir en su delicado nido,
Tan niño, y por mil peligros amenazado.

Aquello a que llaman muerte
desgarraba mi espíritu, sumido
Como estaba en mi negra almohada.
Pensé, entonces, "¿quién podría,
Por mucho que se afanara...?".
Dormir no es el final de nada...
De nada.

Así la luz penetró mi alma,
Mostrando una almohada blanca,
Como nieve limpia de montaña.

Un Padre por mi propio hijo vela,
Cual si más que yo se preocupara.
Más, ¿quién se preocupó por su hijo
Cuando su cabeza, por aguijones horadada,
Y su lomo hecho jirones, de una negra cruz colgaban? 

Comentarios

Entradas populares