El siguiente poema balbucea desde el espanto del poeta ante el milagro de lo sólido.
Pintura de Ford Brown
Nos asombra ver el vuelo de las aves,
nos estremecen sus alas revestidas
De platinadas nervaduras suaves,
Como hojas por el aire sacudidas.
No nos mueve, a su vez, en esta tierra
Ver ir nuestros pies de un punto a otro.
Esta andante paradoja entierra
Con Zenón, la soberbia del filósofo.
Esto en que tropiezan los filósofos;
Que el hombre holle la tierra en sus andanzas,
No es más ordinario que un desfile de monópodos.
¿No vuela hermes con calzado de alas?
Y no por ello sus pies son más divinos.
Más me aterran los de Cristo en sandalias.
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