Domingo de ramos
Juli Borrell, Barcelona, 1896
El siguiente poema no es una maravilla (como ninguno de los otros, por supuesto), pero hoy el Rey iba entrando, y debía arrojar algo a sus pies.
Rompe Jesús en abierto llanto
Al ver a la santa ciudad sitiada,
De toda su gloria privada,
Velada a la gracia que la ha visitado.
Tantas lágrimas había secado;
Decíale a otros por él no lloraran.
Y ahora su rostro que así consolaba,
Ardientes sus lágrimas iban arando.
Mi Bendito Salvador bienamado,
Abajado del monte de eternas delicias.
¿Qué insondable amor te habrá guiado
A este oscuro valle de penas tristísimas?
La triunfal entrada ya ha declarado,
En abierto, que es Rey y Mesías,
Y gritos de gozo doquiera ha'rrancado,
Y cantos de bocas tan niñas.
Más tan grande signo de gracia ha colmado
Del pueblo en ceguera y envidia
-Por ser tanta gracia la que ha despreciado-
La copa de la ira divina.
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