Lectio Divina
Si hay una disciplina espiritual a la que debo mi supervivencia espiritual, es a la Scala claustralium. A ella le debo el no ver a la Biblia como un mero pertrecho teológico, sino como el lugar de encuentro con el Dios vivo.
Fue siguiendo las huellas de Hugo de San Víctor, que Guigo II, prior de la Gran Cartuja, construyó esta escalera, cuyos peldaños son:
1. Lectio
2. Meditatio
3. Oratio
4. Contemplatio
Guigo II enseñó que la lectio, el «estudio atento de las Escrituras», busca la vida bienaventurada, la meditatio la encuentra, la oratio la implora, la contemplatio la saborea. Esta es una lectura profunda, y no mercenaria; no busca más que a Dios, en quien se aquieta como un niño al contemplar a su madre tras haber tomado de su pecho. El hombre que lee a Dios, que práctica la lectura divina, pasa el día entero meditando (hagá), tal y como rumia la vaca, con gran placer y lentitud, lo que ha comido por la mañana. El santo, a través de la Lectio Divina, "contempla la hermosura del Señor" (Sal. 27:14).
Hay quienes, incluso, hablan de un quinto y un sexto escalón de la Scala, que son, a saber: la Actio y, por último, la Eructatio. La actio es la acción obediente a la Palabra; la eructatio, aquel acto a través del cuál, quienes están a tu lado perciben que has almorzado algo aliñado con ajo y perejil... este poema es más o menos eso.
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