Drama otoñal
Como el toro, que acostado rumia el pasto,
y no trabaja, ni se afana porque crezca,
así el cuerpo, recostado en camposanto,
impotente espera en Dios que reverdezca.
Como el árbol derribado yace en campo,
y rebrota sin que nadie compadezca,
así la carne, no incorrupta si de santo,
del hedor saldrá aunque nadie un rezo ofrezca.
Y, como flor, me verás ya marchitando,
como paloma que se arrastra malherida;
mas mis versos habrás de seguir masticando,
que no muerto habrá mi alma en mi poesía.
Comentarios
Publicar un comentario