Lady Atenea
El sonido metálico de la campana había despertado a Lady Atenea. Era una jovencita simpática, albina, y de ojos encantadores, que parecían dos lunas en un claro de agua. El nombre se lo había puesto su madre, por Palas Atenea, la diosa ojizarca, la de los ojos de lechuza. Lady Atenea amaba salir de noche y deambular alrededor del parque donde vivía, aunque su madre decía que aún era muy niña, que "apenas había salido del cascarón", como para aventurarse a esas horas de la noche. Además, el hijo de Margaret, una señora que vivía no muy lejos de su casa, solía asechar a su hija cuando esta salía de casa a jugar. "Ese niño es un diablo", solía decir su mamá, "y su madre es una zorra". Pero Lady Atenea, sin darle demasiada importancia a los epítetos, solía salir igual a escabullirse entre los árboles, a fin de disfrutar de la vista de las lechuzas Tyto alba que vivían en el campanario. Su madre casi siempre se percataba tarde de su ausencia, casi siempre a...